Seguro que tú también has escuchado alguna vez tu voz grabada, y te ha costado reconocerte, seguro que has dicho: ¡Pero si yo no sueno así! o ¿Pero qué voz de pito es esa? Y es que cuando escuchamos nuestra voz grabada, la oímos más aguda, como si le faltaran los tonos graves y la reverberación que hace que suene mejor. Y te preguntarás ¿por qué sucede esto?

Sin embargo, al oirnos grabados, no entra en juego esta segunda transmisión, por lo que echamos en falta esa componente. Así que al parecer, sí, por desgracia parece ser que así nos oyen los demás. ¡Qué le vamos a hacer!
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