Recurrente recurso en películas o libros de aventuras, las arenas movedizas siempre aparecen ahí, cuando menos te lo esperas para engullir al malo, o hacer pasar un mal rato al bueno hasta que consigue encontrar algo a lo que agarrarse o el caballo de turno tira de él hasta rescatarlo heróicamente.

En el caso del mal aliento, podemos recurrir al uso de sales de zinc o estaño que ayudan a eliminar las bacterias que producen el metilmercaptano.
Bueno, al parecer, existen sí, aunque la realidad es muy diferente a como se nos presenta en las pelis. En la vida real, el malo seguiría dándonos problemas, puesto que es imposible que las arenas movedizas puedan llegar a engullirnos.

La sensación al pisarlas es similar a la que experimentamos en las zonas próximas a la orilla de algunas playas, cuando la marea está bajando. Si nos quedamos un rato de pie, los pies se nos hunden un poquito, ¿no? De hecho, estas arenas se forman en orillas de ríos profundos, en pantanos, playas con gran actuación de mareas, o lagos.
De todos modos, no nos despistemos, porque aunque estas "arenas" no vayan a engullirnos sí podríamos estar en peligro en algún caso puntual, si nos descuidamos, quedando atrapados y sufriendo inanición, insolación o ahogamiento por subida de una marea cercana.
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